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Folclore

Grupo de danzas de Villavelayo

El pasado 11 de marzo de 2000, festividad de Santa Áurea, la localidad serrana de Villavelayo estrenó con gran emoción grupo de danzas, formado por los jóvenes de la villa. En la actualidad son treinta y seis, entre niños y mozos, los componentes del grupo, dirigido por Carmen Gutiérrez. La iniciativa partió del Grupo Contradanza, de Logroño, que estuvo trabajando durante todo 1999 para recuperar, tras más de 100 años, y gracias a la ayuda de los más mayores de la localidad, la danza que se bailaba antiguamente en Villavelayo. Ha sido también este grupo de danzas el que ha enseñado los bailes a la juventud serrana.

La danza está compuesta de un pasacalles y tres bailes en honor a Santa Áurea, que tienen lugar en el transcurso de la procesión. El grupo lo formaban antiguamente doce mozos, todos chicos, de ahí que todos los trajes sean con pantalón. En el 2000, por primera vez tras el reestreno en 1999, fueron doce jóvenes vilayos los que bailaron en honor de la santa, independientemente del sexo de cada uno.

Los danzadores entran en acción cuando inicia la procesión, esperando a la santa en la salida de la ermita, para realizar tres venias en su honor. A partir de ahí danzan sin parar, al son de las castañuelas y acompañados de gaiteros, hasta la Plaza Mayor, donde se detienen para bailar a la santa. Son tres bailes con troqueados, basados en los cruces y dibujos realizados entre las dos filas, de seis danzadores cada una. Concluidos los bailes, continúa el pasacalles hasta la ermita.

El atuendo de las danzadores se compone de pañuelo (rojo o estampado) en la cabeza, camisa blanca, dos cintas que cruzan por el pecho (de colores a elegir), fajín rojo en la cintura, pantalón blanco y zapatillas bordadas en colores y con cintas rojas.

Desde la página web del ayuntamiento invitamos a todos los jóvenes de las siete villas a participar en la recuperación de nuestro folclore, de nuestras tradiciones... porque sólo conociendo bien de dónde venimos, podremos saber hacia dónde vamos.

Sorteo de mozas

Ya casi no lo recuerdo. Hace tantos años... Fue allí donde conocí a la que hoy es mi esposa. Y aunque hoy no es el día de Año Nuevo y en esta plaza ya no se encuentran Segundo con la gramola, Florentino el zapatero tocando el acordeón o Manolito con la guitarra, aunque eso ya pasó, todavía recuerdo la primera vez que entré en el sorteo de mozas y los bailes que echamos hasta casi romper las alpargatas. Eran otros tiempos.

Como la mayoría de los que estáis aquí no tenéis ni idea de qué es el sorteo de mozas, porque ni siquiera habíais nacido, os contaré un poco la historia:

Para entrar en el sorteo hacía falta ser mozo y para eso había que pagar una peseta. El día de Nochebuena, los mozos ya veteranos les daban a los nuevos los tradicionales ‘tizonazos’, que para que me entendáis, son como las actuales novatadas, pero con helechos ardiendo.

Era esa noche cuando salíamos los mozos a pedir leña por las casas, bueno, pedir, pedir, la verdad es que pedíamos un madero y robábamos dos. La madera que recogíamos, la vendíamos y conseguíamos el dinero para el baile del resto del año, porque si no lo sabíais, Villavelayo era entonces el único pueblo de la sierra que tenía baile todos los domingos.

Pero el sorteo se realizaba el día de Nochevieja, aunque ellas no lo sabrían hasta el momento del baile. Ahora me acuerdo del año que fui yo Alcalde de Mozos y me tocó dirigir el sorteo allá en el horno de Santa Centola: estaríamos unos 20 o 25 mozos, sólo chicos y, ¡Menudas migas que preparamos aquella noche! Nosotros ya sabíamos con qué pareja nos había tocado bailar, pero aunque no nos gustase esa chavala, no la podías cambiar con la de ningún otro: eso era sagrado.

Por la noche, cogíamos los instrumentos y cantábamos por las calles a las mozas. Me acuerdo de una canción que decía así:

A ti te digo *Lucía,

con muchísimo placer,

que el novio que te ha caído,

vete al frente a por él.

y si no lo has entendido

y lo quieres entender,

mañana te lo diré.

Y llegó el día de Año Nuevo. A las seis o las siete de la tarde empezaba el baile. Lo gracioso era ver a todas las madres vigilando desde el puente de la plaza. Entonces era cuando nos tocaba a nosotros sacarlas a bailar; un pasodoble, una jota... lo que fuera, pero por lo menos uno.

Una vez que estabas bailando, era costumbre cogerla de la cintura y levantarla, creo que se decía "Viva mi novia" o "Arriba la mía". Pues de aquellas parejas que se formaban en el sorteo, más de una ha terminado en boda.

Con esto sólo os quiero decir que Villavelayo tiene su propia historia, que por cierto, es muy bonita; me alegro de que la Asociación Juvenil "El Cachón" haya recuperado este año la tradición y animo desde aquí a todo el pueblo y a los forasteros que nos acompañan a "mover el esqueleto", como diría la juventud de hoy. ¡Ala! A pasarlo todos bien.

TRADICIÓN QUE FUE LEÍDA Y SE RECUPERÓ

LA NOCHE DE SANTA ÁUREA DE AGOSTO DE 1998

La Uta y el Chito

En primer lugar, quiero daros las gracias a todos los asistentes porque manifestáis un cierto interés por las costumbres de nuestro pueblo, por conocer cómo vivían nuestros antepasados, cómo se divertían... Es un placer para mí, el presentar una actividad organizada por el ayuntamiento y la asociación de la tercera edad, con el fin de dar a conocer dos juegos, que tiempo atrás, se practicaban en Villavelayo y que, ¿por qué no vamos a poder disfrutar de ellos ahora? Tengo que agradecer especialmente a Severiano su apoyo, porque ha sido él el que ha confeccionado artesanalmente estos artilugios. Os los presento:

  • La "UTA" era un juego de muchachos y mayores, consistente en derribar un trozo de madera, con extremos planos, que se colocaba en la tierra y sobre él tres o cuatro monedas. Desde una distancia convenida, se lanzaban unas chapas o 'chaplones' de hierro, y si se derribaba la "uta" el tirador conseguía las monedas que quedaban más cerca del 'chaplón' que del trozo de madera. En algunas comarcas de Cameros, este mismo juego se conoce como "tanga". Actualmente, por ejemplo en la provincia de Burgos, existen verdaderas competiciones organizadas para jugar a la "uta", con un sistema de puntuación para decidir el vencedor.
  • El "CHITO" consiste en derribar un palo o raíz en forma de ángulo recto situado a cierta distancia. Alrededor de este juego los mozos cruzaban apuestas. En otras localidades no era un palo lo que había que derribar, sino un cuerno, por ello era un juego muy frecuente entre los pastores. Es corriente la denominación en otras zonas de este juego como "la calva", porque se trataba de derribar el palo o cuerno, mediante el tiro de piedras o de 'calvas' .

TEXTO LEIDO EN LAS FIESTAS PATRONALES DE 1999, CUANDO SE RECUPERÓ DICHA TRADICIÓN

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